WU WEI
¿Has observado que las preguntas que nuestro condicionamiento formula son siempre variaciones de “qué hago” y “cómo lo hago”?
Es natural, puesto que dichas preguntas implican y refuerzan la existencia de un hacedor individual, separado del movimiento de lo que es, que busca poder afectar de algún modo lo que ocurre para obtener así lo que quiere. Y ésta es precisamente la definición del “falso yo” (también llamado ego).
El condicionamiento se construye alrededor de la ilusión de que eres una individualidad separada del todo y que tienes un movimiento propio y paralelo al movimiento de las cosas.
Esta es la ilusión que pone de relevancia el Wu Wei, que es una de las enseñanzas clave del Taoísmo. Literalmente significa “no acción” o “acción sin esfuerzo” y se centra en iluminar dos aspectos esenciales de la realidad:
– La manifestación está en permanente movimiento (lo que es está siempre sucediendo desde sí mismo y para sí mismo).
– En este suceder no hay división ni acción personal (no hay “hacedor individual” externo al fluir de lo que es).
Ambos aspectos describen la naturaleza no-dual de la realidad, es decir, la naturaleza indivisible de lo que es (y de lo que eres).
Al contrario de lo que muchas veces se asume, esta “no acción” no es en absoluto una invitación a no hacer nada o a restarle importancia a lo que ocurre, sino a reconocer que todo intento de acción personal es de hecho resistencia contra lo que es, es decir, resistencia contra el modo en el que ya se está moviendo la vida (la vida que tú eres).
Cuando el falso yo se pregunta qué hacer y trata de llevar a cabo un movimiento propio, paralelo al devenir de las cosas, es como si la ola se creyera separada del movimiento del océano y tratara de actuar de forma autónoma para cambiar el océano según sus propios intereses.
Esta ilusión de separación, de dualidad, es la que da lugar a todo conflicto, frustración y sufrimiento.
El wu wei pone de manifiesto que todo lo que hay es océano, todo movimiento es un movimiento del océano y que tú eres y siempre has sido el océano.
Tu vivencia de esta simple realidad es la experiencia que describes como “estar presente” o “fluir”, cuando la sensación de tiempo desaparece, cuando las divisiones se difuminan, cuando todo lo que eres es este momento en movimiento, sin “yo”, sin antes, sin después.
Y esto no es ninguna experiencia especial, es simplemente una pausa en la ilusión de que eres una ola que tiene que llegar a algún sitio antes de desaparecer. Es la experiencia inmediata de ser plenamente el océano ilimitado apareciendo como una ola tras otra.
El wu wei pone de relevancia que todo está sucediendo del modo adecuado como manifestación de lo que es, que nada sobra ni nada falta, que el próximo instante revelará siempre el próximo movimiento y que todo intento personal de controlar lo que es, llega inevitablemente tarde y solo genera una falsa separación entre lo que sucede y tú.
El modo en que las hojas caen del árbol en otoño es wu wei.
El perro que sigue un rastro olisqueando el suelo es wu wei.
El llanto del bebé cuando le duelen los dientes es wu wei.
La tristeza que sientes cuando surge cierto recuerdo es wu wei.
Todo ello es parte del movimiento natural de lo que sucede, nada es personal, nada requiere esfuerzo y nada es llevado a cabo ni tiene que ser resuelto por un ser separado.
El wu wei es la vía de la no acción que te revela que la respuesta a tu anhelo de libertad, felicidad y plenitud no se halla en hacer más o mejor sino en la disolución de esa aparente necesidad de un hacer personal.
Es una de las enseñanzas tradicionales que facilitan la transición del hacer al ser y el despertar del sueño del hacedor personal. Un despertar que es sinónimo del descubrimiento de un hacer distinto, en armonía con la realidad de ti, libre de la carga de la voluntad y la responsabilidad personal, libre de culpabilidad y de errores, libre del peso de la ilusión de separación.
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