Al contrario de lo que se nos dice continuamente, si hay un proceso, éste no es de trabajo en uno mismo, adquisición y mejora, sino de exploración, descubrimiento y desaprendizaje.

Una de las formas que toma esta exploración es lo que se suele llamar auto-indagación. Esto no es más que plantearte ciertas preguntas que, o bien no te has hecho nunca, o bien das la respuesta por sabida sin realmente haberte parado a comprobarla.

Estas preguntas no están para ser despachadas cuanto antes con un sí o un no en base a lo que asumes. Son puertas de entrada a una indagación a la que retornar cada vez que hay incertidumbre, sufrimiento o anhelo de liberación.

Estas son tres posibles preguntas mediante las que iniciar (o continuar) la exploración hacia ti:

¿Eres tus pensamientos?
¿Eres el protagonista de tus procesos mentales? ¿Vives en ellos?
Tu pensamiento narra de forma recurrente la historia de “alguien”. Una historia de imágenes y recuerdos, de proyecciones y posibles futuros, de un individuo que hace las cosas mejor o peor, que acierta o se equivoca, que merece, puede y entiende, o todo lo contrario. ¿Pero eres realmente el sujeto en el centro de esta historia? ¿Eres el protagonista que vive en esos procesos mentales y es definido y redefinido por ellos? ¿O es la historia la que vive en ti cuando aparece y deja de existir cuando desaparece? ¿Puedes realmente estar dentro de un proceso mental o ser un conjunto de pensamientos? 

¿Eres tus emociones?
Además de historias, imágenes y pensamientos, tu experiencia está formada también por estados emocionales que se suceden continuamente. Lo habitual es que sin darte cuenta te sientas sumergido en ellos, como si estuvieras dentro de la tristeza, la frustración, el enfado… O incluso como si esos estados y emociones fueran lo que eres. ¿Pero es así? ¿Puede ser esa la realidad de ti, de lo que eres? ¿Puedes estar realmente dentro de una emoción? ¿O es la emoción la que está en ti cuando existe? Si las emociones y estados son un conjunto de fenómenos pasajeros que se van sucediendo en ti, ¿puedes realmente estar limitado por ellos? 

¿Eres tu cuerpo?
Has aprendido a asumir que compartes las características, limitaciones y destino del cuerpo, pero, ¿es así? ¿Es el cuerpo lo que define lo que eres? ¿Es el cuerpo el sujeto y el centro de tu experiencia de vida? ¿O el cuerpo es otro elemento más del cual tú eres consciente? ¿A qué prestas atención exactamente si examinas ahora esto que llamas cuerpo? ¿Qué es? ¿Un conjunto de sensaciones y percepciones? Y si el cuerpo es un elemento más que puedes observar, ¿dónde estás tú? ¿Quién está llevando a cabo la observación? 

¿Qué va revelando entonces acerca de ti la exploración que parte de estas preguntas?
¿Quién es el que puede prestar atención a los pensamientos, las emociones o las sensaciones corporales y existe por lo tanto de forma previa a todo eso? 
¿Acaso puedes estar dentro de algo que percibes? ¿Puedes ser algo de lo que percibes?
¿O en realidad todo lo percibido aparece y se disuelve en ti?
¿Qué te revela entonces esto de ti?

Las respuestas a estas preguntas no se hallan en lo que alguien te diga ni en lo que tú puedas pensar o creer. La respuesta está aquí, delante de ti, oscurecida por todo lo que has aprendido. La exploración es la intención y el proceso de ver más allá de lo que asumes que sabes para reconocer lo que es cierto en ti aquí y ahora.

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