Solo reconocer lo que es te libera del peso de lo que “debería ser” y pone fin a la resistencia y a la lucha con este momento. Esa lucha fue siempre el verdadero motivo de tu frustración y tu inseguridad.
Ningún pensamiento negativo era un problema hasta que asumiste la idea de que debería ser positivo.
Ninguna emoción era motivo de preocupación hasta que te creíste que debías entenderla y gestionarla.
Ninguna idea acerca de ti era un problema hasta que creíste que dichas ideas te definen y que debes encontrar otras mejores.
Todo ello son creencias te atan a una necesidad imaginada de que este momento sea distinto a como es.
Esa es la prisión que te aísla de la eterna plenitud del ahora.
Lo que es siempre es real. Lo que debería ser nunca ha existido.
Mientras creemos que nuestra seguridad y satisfacción se encuentran en algo que no existe, nunca podemos hallarlas.
Por eso por mucho que trabajemos para lograr lo que nos gustaría que fuera, lo que creemos que debería ser o lo que nos han dicho que deberíamos conseguir, la promesa nunca se cumple.
La liberación real sucede cuando dejas de exigirle a este momento que sea distinto a como es.
La exigencia que crees dirigir hacia tu experiencia, tus circunstancias o hacia los demás no es más que un peso que cargas tú.
Aquello que exiges a la vida es la exigencia bajo la que tú mismo vives sometido.
El peso de lo que “debería ser” eclipsa la libertad absoluta que eres y te ciega a las infinitas posibilidades que se abren a cada instante frente a ti.
Libera al mundo de lo que debería ser y el mundo te liberará a ti de lo que tú deberías ser.
Entonces lo que es se encuentra con lo que eres, y la aparente división se disuelve.
Aparece así la plenitud de ti donde siempre había estado: en la simplicidad de este momento exactamente como es.
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