Si miras atrás, probablemente podrás reconocer que cada vez que has alcanzado un objetivo o has conseguido algo que querías, te has sentido bien. Es una experiencia común y recurrente. Por eso parece evidente que tiene que haber una relación de causa-efecto entre el hecho de lograr lo que queremos y la consiguiente experiencia de plenitud y bienestar.

Sin embargo, la realidad es que los objetos, los logros y las personas no pueden crear en ti felicidad. Del mismo modo que la falta de objetos, logros y personas no puede crear infelicidad. ¿Porqué parece que sea así entonces?

Cada vez que aparece en tu mente un pensamiento de falta o necesidad, sientes inmediatamente la emoción correspondiente. Pero esa emoción de insatisfacción no te habla de aquello que no tienes, sino que te refleja ese pensamiento que acaba de aparecer.

Como cualquier otro ser humano, solo puedes sentir tu proceso mental en el momento. Si es de falta y necesidad, sentirás falta y necesidad. No hay otra posibilidad.

Pero si no te das cuenta de que pensamiento-emoción son un binomio inseparable, inmediatamente atribuyes la insatisfacción que sientes a la ausencia de aquello en lo que estás pensando (logro, objeto o persona). Y te convences entonces de que no podrás sentirte bien hasta que lo consigas (asumiendo de paso que la fuente de tu felicidad está fuera de ti y en el futuro).

Entonces, en el momento en el que consigues aquello que estabas deseando y dejas de sostener ese pensamiento de falta, inevitablemente vuelves a tu estado normal. Es decir, plenitud y satisfacción. No por lo que acabas de conseguir, sino por que has dejado de sostener esos pensamientos que te impedían sentirte bien.

Por eso cuando atribuyes tu satisfacción a lo que obtienes, la tranquilidad suele durar poco. La mente condicionada no tarda mucho en reactivar ese patrón de insatisfacción, enfocado esta vez en una nueva cosa que todavía no has conseguido y que obviamente “necesitas” para estar bien… Y el ciclo vuelve a empezar.

Cuanto más reconoces el modo en el que este ciclo se repite una y otra vez, más te vas dando cuenta de que para estar feliz y satisfech@ en este instante, no tienes que hacer nada. Y de que para sentirte insatisfech@ e infeliz, sí tienes que hacer algo. Concretamente, tienes que añadir pensamiento de falta, necesidad e insatisfacción (y no darte cuenta de que lo estás haciendo).

Tu felicidad real es incausada, no te la proporcionan factores externos ni se encuentra en el futuro “después de…”. Forma parte de ti y se encuentra siempre en este momento, debajo de las ilusiones mentales pasajeras de falta y necesidad.

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