Todos estamos condicionados a funcionar en un modelo de esfuerzo-recompensa, pero no es un programa que venga instalado “de fábrica”.
Desde el principio lo absorbemos del entorno por inmersión, asimilándolo sin otra referencia posible, como un pez que no sabe que vive en el agua porque no conoce la ausencia del agua.
Es un condicionamiento transversal que lo abarca todo: desde el sistema de recompensas y calificaciones en la educación, hasta las prácticas para “iluminarse”, pasando por los objetivos y méritos laborales, los deseos de familia o de pareja y todas las formas de desarrollo personal.
Es un modelo de insatisfacción y búsqueda que nos lleva a un constante intento de ser más y conseguir más: más reconocimiento, relaciones, información, posesiones de todo tipo, más experiencias positivas, significativas, espirituales, etc.
Y es así porque está construido entorno a un yo individual que trata por todos los medios de poner fin a su sensación fundamental de carencia, persiguiendo una felicidad duradera que siempre se le escapa.
Este condicionamiento nos ha llevado donde estamos: división, conflictos, discriminación, destrucción ambiental y abusos políticos, económicos, educativos, médicos y de todo tipo. Es un modelo que nos empuja inexorablemente hacia nuestra extinción como especie.
En todas las épocas ha habido quien nos ha hablado de una posibilidad distinta. Pero el mensaje siempre ha sido en su mayor parte ignorado o malentendido. Quizás ya no nos podemos permitir seguir ignorándolo.
Así que ahí va de nuevo: este condicionamiento es un velo de ignorancia que nos impide reconocernos por lo que somos, que nos lleva a intentar proteger y satisfacer el yo individual a toda costa, aunque esto signifique la destrucción de todo lo demás.
El velo es falso y por lo tanto frágil. La realidad es verdadera e inevitable. Por eso el único requisito para despertar, es decir pasar de la experiencia ilusoria al reconocimiento de la verdad, es cuestionar lo aprendido y explorar directamente lo que es cierto en este momento.
La exploración sostenida y honesta tarde o temprano disuelve la ilusión y te muestra tu realidad: no eres un individuo separado, finito y limitado. Eres el todo. Eres conciencia infinita apareciendo como una experiencia personal concreta. No careces de nada. Eres ahora la plenitud y felicidad constantes que has estado buscando. No tienes principio ni fin. Tu verdadero cuerpo es la totalidad de este momento.
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